De este modo, la estructura natural y típica de cada especie frutal arbórea puede ser modificada para distribuir los recursos en favor de la fructificación.
Todas las operaciones (tanto las de poda como las restantes) tienen, en principio, la finalidad de acelerar el ritmo del desarrollo de los árboles jovenes, reduciendose al mínimo la duración del período improductivo. Sucesivamente, la función de la poda consistirá en regular el equilibrio entre vegetación y fructificación y en facilitar todas aquellas intervenciones en el cultivo que el desarrollo de la planta necesite.
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