En el contexto de los cambios globales que en las últimas dé-
cadas se están produciendo en los sistemas económicos, políticos
y sociales del mundo occidental, el medio rural vive
importantes transformaciones relacionadas con la crisis generalizada
que está sufriendo el sistema agrario tradicional
(García Pascual, 2001). El denominado éxodo rural, que comenzó a principios del siglo XX y ha provocado una drástica disminución de la población de extensas zonas rurales, sobre todo en los municipios más pequeños, está haciendo peligrar la pervivencia de estas sociedades.
Las causas directas de este despoblamiento rural están relacionadas con los siguientes factores:
• Falta de recursos económicos y de trabajo en las zonas rurales,
debido a su vocación principalmente agraria (Camarero,
1993). Además, los mejores servicios sociales y equipamientos
y la forma de vida de las ciudades han sido factores
que han contribuido de forma significativa al proceso migratorio
(Rico, 2003; Camarero, 2002). A esta migración del
campo a la ciudad también contribuyó la transición a la
agricultura moderna y tecnificada, por lo que muchos trabajadores
fijados en esas zonas se vieron obligados a marcharse
a las ciudades en busca de empleos en la industria y
servicios.
• El crecimiento vegetativo negativo. Este proceso ha sido resultado a su vez de la disminución en la tasa de natalidad y de fecundidad, así como del envejecimiento de la población (fruto de la emigración y del aumento de la esperanza de vida) (García Sanz 2000; Blanco, 2002). De hecho, de los 47.190.493 habitantes españoles en 2011 (INE, Padrón municipal actualización 2011), 8.093.557 tenían más de 65 años, lo que representa un 17% por ciento del total.
• El menor tamaño inicial de sus núcleos de población. Tal circunstancia ha dificultado que en estos municipios se hayan generado las economías de escala necesarias para el mantenimiento de las actividades productivas en un mundo cada vez más competitivo. Asimismo, la distribución de la población en pequeños núcleos ha implicado que la expansión de los servicios sociales durante el pasado siglo haya sido muy inferior a la acaecida en los núcleos urbanos.
• El crecimiento vegetativo negativo. Este proceso ha sido resultado a su vez de la disminución en la tasa de natalidad y de fecundidad, así como del envejecimiento de la población (fruto de la emigración y del aumento de la esperanza de vida) (García Sanz 2000; Blanco, 2002). De hecho, de los 47.190.493 habitantes españoles en 2011 (INE, Padrón municipal actualización 2011), 8.093.557 tenían más de 65 años, lo que representa un 17% por ciento del total.
• El menor tamaño inicial de sus núcleos de población. Tal circunstancia ha dificultado que en estos municipios se hayan generado las economías de escala necesarias para el mantenimiento de las actividades productivas en un mundo cada vez más competitivo. Asimismo, la distribución de la población en pequeños núcleos ha implicado que la expansión de los servicios sociales durante el pasado siglo haya sido muy inferior a la acaecida en los núcleos urbanos.
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